·  Tejiendo Saberes  · 


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Las cuatro r’s

30/11/21 4:22
Daniela Zárrate Parrado

    Contenido   

¿Hasta qué punto las luchas de género han tenido un impacto en cuatro mujeres de mi familia representantes de distintas generaciones?

Este ensayo hará un recorrido sobre la lucha de género, también conocida como la lucha feminista, y cómo ésta ha modificado la sociedad de las mujeres, específicamente en las mujeres de mi familia.  Comenzaré desde 1900 hasta el día de hoy, navegando por los cambios progresivos que hemos experimentado, desde el derecho al voto de la mujer, hasta llegar a discusiones tales como “si los hombres pueden ser o no feministas”. Pregunta que abordó Chimamanda Ngozi Adichie (2017) en su discurso “We should all be feminists”, abordaré específicas situaciones de la vida de estas cuatro mujeres, incluyéndome a mí, que hemos vivido en carne propia experiencias permeadas por el machismo correspondiente a cada época, evidenciando así las diferencias de género y cómo las luchas de género han causado un impacto en mi vida directa e indirectamente. A la par de estos relatos, se mencionarán los hitos del movimiento feminista, sus olas y las lecturas trabajadas en la clase de Formación Social de lo Humano.

Comenzando este recorrido histórico, Dolores Cifuentes, más conocida como Lola, mi bisabuela, nació el 7 de mayo de 1900 en un pequeño pueblo de Tolima llamado Purificación.  Ella fue una mujer que vivió 101 años y fue lo que hoy en día se podría llamar una feminista. La prioridad para Lola era su educación y formación como futura profesora; su interés nunca se dirigió a un matrimonio ni a los oficios del hogar. Lola logró por muchos años ignorar a sus pretendientes pero, eventualmente, sucumbió a la tradición patriarcal y, a sus 40 años y por miedo a quedarse sola, se casó con Jacinto Zárrate, sí, con doble r. Dos años después tuvo a su primer y único hijo, Rafael. A pesar de su nueva condición de casada, Lola se resistió a las tareas que la sociedad le imponía como mujer y siguió ejerciendo su pasión por la docencia. Jacinto, por otro lado, era lo opuesto a un feminista; disfrutaba de la sociedad patriarcal en la que vivía y era considerado mujeriego y perpetuador de la cultura que lo respaldaba; en pocas palabras era un misógino. Justo por esta misma época tuvo lugar la Primera Ola del Feminismo Latinoamericano que inició en el siglo XIX y abarcó toda la primera mitad del siglo XX. Sus demandas fueron el voto de las mujeres, los derechos civiles y los derechos laborales, que se lograron lentamente. Sin embargo, el derecho al voto de la mujer en Colombia solo fue aprobado hasta el 25 de agosto de 1954, siendo uno de los últimos países de Latino América en concederle derechos políticos a las mujeres. Lola, no dudó un segundo, en cuanto pudo votar por primera vez a sus 54 años, cuando ya no ejercía su profesión de maestra. 

El 25 mayo de 1948, alrededor del surgimiento de las Segunda Ola del feminismo, nació Enerieth Delgado (Ene, mi abuela materna), otra de las mujeres de mi linaje que admiro por su naturaleza inconformista ante la desigualdad de género. En este mismo año, Simone De Beauvoir publicó su escrito “El Segundo Género,” y analizó las facetas por las que atraviesa una mujer. A los 16 años Ene conoció a Carlos Alberto Parrado, sí, con doble r, con quien se casó dos años después, en 1966, momento por el cual la lucha feminista buscaba “garantizar que hombres y mujeres fueran medidos con el mismo patrón y que los bienes y las oportunidades sociales fueran distribuidos por igual entre ellos” (Viveros, M. 2007, p. 26). Nada más distante para esta mujer colombiana que al darle el sí a un hombre 10 años mayor que ella, tuvo que decir no a muchas de sus aspiraciones y sueños personales. Su primera renuncia fue dejar su apellido de soltera y convertirse en Enerieth de Parrado, pues su apellido paterno, Delgado, no tenía doble r. 

Esto no solo significó un golpe a su identidad sino sobre todo implicó saberse propiedad de un hombre quien limitó su libertad y le exigió renunciar a la vida laboral que apenas había iniciado. Todo esto con el fin de que se dedicara exclusivamente a la maternidad y a las labores domésticas. A pesar de ello, estaba en su naturaleza aspirar a más y así se propuso aprender el oficio de la modistería, aunque no tuviera la aprobación de su esposo. Uno de los recuerdos más significativos que mi abuela tiene con respecto a sus logros como un ser social es su primer voto a los 25 años en el 74, pero este significativo evento se vio empañado por el hecho de que esas votaciones fueron manipuladas, como nuevo símbolo de vulneración. Al término de nuestra charla, mi abuela me compartió que su mayor frustración fue no haber logrado hacer una carrera universitaria, siguiendo los pasos futuros de su nieta: psicología.

En 1968, nació Nancy Edith Parrado, la segunda hija de Enerieth, mi madre. Mujer a la que admiro enormemente por ser un ejemplo de empoderamiento; dueña de sus decisiones y del camino que se propuso andar. Alrededor de la década de los setenta, se estaba desarrollando el feminismo radical de Kate Millett quien trató conceptos como patriarcado, género y acoso sexual. En el transcurso de su vida, mi mamá ha experimentado un número importante de incidentes en donde la inequidad de género ha sido evidente. En su educación primaria, sus padres decidieron que ella estudiaría en una escuela pública, mientras que su hermano varón fue matriculado en un colegio privado. Cabe resaltar que los recursos no abundaban para que los dos disfrutaran de la educación privada. En su mente de niña resultaba incomprensible la razón de esta decisión. Un punto interesante para contrastar es el pénsum académico del bachillerato que cursaron mis padres. Mi mamá, quien estudió en un colegio oficial dirigido por religiosas, tomó clases como taller de confección, tejidos y bordado. Por otro lado, mi padre estudió en un colegio masculino liderado por curas donde, además de sus asignaturas tradicionales, tenía clases de electrónica, dibujo técnico y contabilidad. 

Según mi percepción, las monjas tenían el objetivo de formar buenas amas de casa y los curas de formar a los futuros corredores de bolsa, empresarios y dueños del mundo. Debido a estas diferencias tan marcadas en los énfasis educativos de ambos géneros, existe una gran brecha en los porcentajes de mujeres y de hombres que ocupan posiciones de poder y de liderazgo, además de un enorme desnivel entre las mesadas salariales de las mujeres al compararlas con las de los hombres. En palabras de Chimamanda Ngozi Adichie (2013) “entre más alto avances en la escalera de poder, menos mujeres encuentras”. Otro hecho que marcó a mi mamá fue el comentario que en varias ocasiones realizó un profesor de su universidad, La Nacional, afirmando que las mujeres solo asistían a la universidad en búsqueda de un esposo. 

Ahora, llegando a la actual generación, aporto mi experiencia de cómo han impactado en mi vida las luchas de género. Yo, Daniela Zárrate Parrado, nací el 15 de agosto del 2000 para convertirme en la segunda descendiente en recibir la herencia de las dos r’s por ambos lados: las cuatro r’s. Por estas fechas se daba el surgimiento de la Tercera Ola del feminismo, en la que se pretendía adoptar la diversidad, incluyendo la interseccionalidad, y comenzar a tener en cuenta a todas las mujeres: negras, islámicas, transexuales, entre otras. Aunque por la época en la que nací ya teníamos el derecho a votar, a acceder a una educación de calidad, a elegir una pareja, el estado civil o la opción de la maternidad, aún siguen replicándose algunas prácticas que evidencian la desigualdad entre géneros. Al momento de reflexionar, pude hacer referencia a tres aspectos específicos. Primero, los juguetes que utilicé en mi infancia, marcadamente sexistas, tales como bebés, cocinas y cajas de supermercados a escala, barbies, peluches, todos de color rosados, mientras que mis amigos de mi misma edad utilizaban juguetes que siempre vi como más divertidos e interesantes como pistas de carros, pelotas, bloques. Según Gibbens “Si entras en una juguetería, está llena de productos bélicos para los niños y de juguetes domésticos para las niñas, y esto resume la sociedad tal y como es” (Gibbens,  2000, p. 6).

Luego, al inicio de mi escolarización, ingresé a un colegio con coeducación con perspectiva de género, donde asistíamos niños y niñas separades en las aulas por sexo. Esto está sustentado por la institución en el argumento de que “los hombres y las mujeres aprendemos de formas distintas”. Es bien sabido que, desde una visión neurológica, los hombres nacen con predisposición para el aprendizaje matemático y las mujeres para las lenguas, justificándose así una dinámica que, intencionalmente, sigue promoviendo un legado patriarcal de la asignación profesional a la que debe adaptarse tanto hombre como mujeres. 

Por último, el fenómeno que más me ha marcado como mujer es el “male gaze” o “la mirada masculina”, el acto de representar a la mujer en el mundo del arte desde una perspectiva masculina heterosexual que conceptualiza a las mujeres como objetos sexuales para el placer del espectador masculino heterosexual. En el colegio las niñas más populares eran las que llamaban la atención de los niños, promoviendo la definición del auto concepto de muchas adolescentes, e incluso mujeres mayores, a partir de qué tan deseadas son por el sexo opuesto. Este hecho es sumamente influyente en los imposibles estándares de belleza que nos imponen desde pequeñas. “Las prácticas sociales como la pornografía, la violación y la prostitución institucionalizan la sexualidad de la supremacía masculina, que reúne la erotización de la violencia, la dominación y la sumisión con la construcción social de lo masculino y lo femenino” (Gardiner, 2005, p. 39). Todos estos, contenidos legitimadores de prácticas sociales que institucionalizan la dominación del hombre sobre la mujer.

A manera de conclusión, aunque las cuatro mujeres que se mencionaron en este ensayo tienen en común que son víctimas de la cultura patriarcal perpetuada por muchos años, no han sido actores pasivos. Al contrario, estas mujeres han emprendido sus propias luchas por alcanzar distintos niveles de logro en relación con la equidad de género. Adicionalmente, es indudable que, a pesar de los avances que se han alcanzado, como se evidencia por medio de las olas del movimiento feminista, la meta última de una sociedad en la que hombres y mujeres vivan en total de equidad esta lejos de nuestra realidad. Las luchas de género han impactado mi vida en cuanto a que reconozco que una generación se alza sobre los logros que hayan conquistado las generaciones anteriores. Esto supone una responsabilidad de las nuevas generaciones por mantener vivo el movimiento feminista en la búsqueda de una sociedad donde todes gocen condiciones de una verdadera equidad definitiva y estable. Así tal vez, solo tal vez, podremos asegurar una realidad idónea para la siguiente mujer con cuatro r’s en su apellido y sus compañeras de clase. 

 

Agradecimientos

Este texto ha sido posible gracias a mujeres a lo largo de la historia como….

Anita Garibaldi (revolucionaria), Brenda Milner (neuropsicóloga), Madam C.J. Walker (empresaria), Chimamanda Ngozi Adichie (escritora), Clara Schumann (pianista y compositora), Eleanor Roosevelt (política), Georgia O’Keeffe (pintora), Katherine Johnson, Dorothy Vaughan, Mary Jackson (científicas computacionales), Lilian Bland (aviadora), Marina Abramovic (artista de performance), Maryam Mirzakhani (matemática), Oprah Winfrey (presentadora), Rachel Carson (ambientalista), Samantha Cristoforetti (astronauta), Sofia Ionescu (neurocirujana), Vivian Maier (fotógrafa), Coco Chanel (diseñadora de modas), Kate Sheppard (sufragista), Marie De Gournay (escritora), Olympe De Gouges (activista), Nancy Edith Parrado (profesora) y muchas más. 


Referencias

Academia Play. (2020). Breve Historia del Feminismo [Video]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=tsBfyFzBLnY

Alborés, J., Balbás, A., Antonio, J., Olmeda, J. A. P. A., & Requena, M. (2000) Anthony Giddens Sociología. Capítulo 5. Género y sexualidad. Disponible en: http://www.ula.ve/ciencias-juridicas-politicas/images/NuevaWeb/Material_Didactico/ProfeKirby/7241772-Anthony-Giddens-Sociologia.pdf

Adichie, C. (2013). We should all be feminists [Video]. TEDx Talks. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=hg3umXU_qWc

Favilli, E. (2017). Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes. Planeta.

Nash, J. (2008). Re-thinking intersectionality. Feminist review, 89. https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1057/fr.2008.4

Scott, J. W. (2012). El género: una categoría útil para el análisis histórico Revista Herramientas, Debate y Crítica Marxista, Espacio digital. http://www.bivipas.unal.edu.co/handle/10720/646

Viveros, M. (2007). Teorías feministas y estudios sobre varones y masculinidades. Dilemas y desafíos recientes. Disponible en: http://revistas.univalle.edu.co/index.php/la_manzana_de_la_discordia/article/view/1399/pdf