La línea de investigación en neuropsicología forense del semillero Psico-Crimine, liderado por el profesor Leonardo Alberto Rodríguez Cely, surge como una expresión del compromiso estudiantil por vincularse activamente a procesos de formación e investigación dentro de la Facultad de Psicología. En este caso, desde el interés por profundizar en el diálogo entre la neuropsicología y la psicología jurídica.

Esta iniciativa nació en 2023, cuando varios estudiantes, recién ingresados al semillero, comenzaron a interesarse en esta convergencia. Valeria Gómez Hurtado, propuso abrir una línea de investigación que permitiera explorar el encuentro entre la neuropsicología y el ámbito jurídico. Su motivación partía de la convicción de que esta convergencia tenía un gran potencial, y que el semillero podía ser un espacio para desarrollarla. “Problematicemos desde neuro”, decía Valeria a sus coordinadores en ese momento, señalando la importancia de llevar la neuropsicología al centro de las discusiones jurídicas y abrir preguntas desde esa perspectiva.

La oportunidad se concretó cuando surgió la posibilidad de escribir un capítulo para el libro que cada año se trabaja en el semillero. Fue ahí cuando Valeria se unió con Samuel Rueda y, a pesar de no contar con experiencia previa en el tema, comenzaron a escribir sobre neuropsicología forense. 

En 2024, la línea adquirió mayor estructura, gracias también a una alianza inicial con la Universidad Los Libertadores, en la que se trabajó en la construcción de una definición de neuropsicología penitenciaria con el acompañamiento de profesores externos. Aunque esta colaboración no pudo sostenerse en el tiempo, el grupo continuó creciendo y hoy en día mantiene dos sublíneas activas, cada una con enfoques propios pero conectadas por la misma motivación inicial: investigar desde una mirada neuropsicológica las realidades del ámbito forense en la psicología.

Actualmente, se ha desarrollado una nueva alianza con profesores del área de neuropsicología y de psicología jurídica de la Pontificia Universidad Javeriana. Esta colaboración busca ampliar la comprensión sobre cómo estas dos ramas se cruzan en el ejercicio profesional de la psicología. A partir de este trabajo conjunto, se espera fortalecer investigaciones que aborden esa intersección desde una mirada más crítica, rigurosa e interdisciplinar, lo cual resulta clave para una práctica profesional más integral, informada y ética.

Actualmente una de las sublíneas, coliderada por Valeria Gómez Hurtado y Mariana Mantilla, está comenzando un proyecto que consiste en una revisión sistemática para investigar la relación entre las alteraciones en las funciones ejecutivas por traumatismos craneoencefálicos (TCE) y la conducta delictiva en mujeres, un tema que, si bien cuenta con algunos antecedentes, aún tiene potencial para ser profundizado desde perspectivas interdisciplinarias. 

Más allá del tema en sí, quienes hacen parte de este proceso destacan el ambiente horizontal y el valor que se le da al aprendizaje compartido. Como expresa Mariana Mantilla, el hecho de que no se exigiera experiencia previa, sino disposición para aprender, hizo que muchas personas se sintieran bienvenidas. Esta cultura de trabajo horizontal ha permitido que el grupo crezca no solo en número sino también en compromiso.

Como estudiante que ha tenido la oportunidad de participar en esta línea, me ha quedado claro que seguir profundizando en estas preguntas es más que un ejercicio académico: es una apuesta por una psicología más ética, más informada y más sensible a las realidades complejas del ejercicio profesional. Por eso, extiendo una invitación a quienes sientan curiosidad, inquietud o deseo de aportar desde este cruce entre la neuropsicología y lo jurídico. Este es un espacio de aprendizaje colectivo, de búsqueda rigurosa y de crecimiento personal. Y como todo lo que vale la pena, se construye entre muchas y muchos.